We’ve updated our Terms of Use to reflect our new entity name and address. You can review the changes here.
We’ve updated our Terms of Use. You can review the changes here.

Familiar Game Jam Compilation 2016

by Familiar Game Jam Compilation

/
  • Streaming + Download

    Includes high-quality download in MP3, FLAC and more. Paying supporters also get unlimited streaming via the free Bandcamp app.
    Purchasable with gift card

      name your price

     

1.
Todo lo que OK había aprendido sobra la vida era que consiste en pasar desapercibido. Así era la rutina, la seguridad de cada día. Ser activado al amanecer, comenzar las tareas de limpieza, encargarse de algún que otro quehacer adicional encomendado por los Amos. Por la noche, colocar los platos en la mesa y escanciar el vino durante la cena. Ser invisible, sobre todo: no molestar con el chirriar de sus articulaciones metálicas, no cruzar mirada con nadie, no salpicar. Patrullar por detrás de las sillas como una sombra, ojo avizor, presto a llenar las copas antes de que la última gota desaparezca de ellas. Era el momento del día que más le gustaba, quizás. Albergaba la esperanza de poder entender alguna vez algo más que palabras sueltas de las conversaciones, de compartir las chanzas, aunque fuera para sí mismo. A veces había conseguido memorizar frases enteras, pese a que ninguna tenía sentido en su cabeza. Algunos Amos hablaban más alto y vocalizaban mejor. Se las repetía en voz baja, en la soledad de su cajón, antes de ser desactivado hasta el día siguiente. Hoy todo es distinto. Y de pronto, pasar desapercibido ya no es una opción. El banquete de la noche es un momento de tranquilidad, en el que muchos Amos regresan al campamento y comparten las risas y el jolgorio. Pero hoy han llegado otros diferentes. Tienen la tez más pálida, hablan en lo que parece otro idioma. Palabras secas, cortantes como el filo de las espadas con las que han irrumpido en la tienda y han comenzado a sajar y desgarrar sin miramientos. Los platos se quiebran contra el suelo, el preciado vino se derrama y gotea de la mesa, se funde con el rojo de otro líquido que emerge de los Amos. Ya no hay palabras que OK pueda memorizar. Ya no hay rutina. Sólo alaridos, gritos y miedo. OK conoce poco de los sentimientos, pero sabe qué es el miedo y lo que trae consigo. Y también lo que significa sobrevivir. Cuando el torbellino llega a él, cuando la lucha entre sus Amos de siempre y los recién aparecidos está mucho más próxima, echa a correr sin dudarlo. Sabe que debe esquivar esos aceros; su mirada privilegiada mide con precisión la trayectoria, esquiva justo donde debe, encuentra el hueco y el instante en medio del frenesí. Conoce el miedo, pero su corazón de metal no se ve corrompido por él. Corre, la puerta está mucho más cerca. Esquiva a los Amos con los que tanto tiempo ha convivido, cuerpos ahora postrados en el suelo. No se detiene en los rostros inertes. La salida está justo ahí delante, y OK habría llegado si no se hubiera concentrado tanto en ella, quizás. Si se hubiera fijado en el Amo que le seguía. Ahora es demasiado tarde: de pronto un telón cae sobre él, nublando sus sentidos. No tiene tiempo de reaccionar antes de que los dedos hábiles localicen su interruptor y lo desactiven.
2.
“Dhûl Fâgar. Es un nombre. Mi nombre”. El Amo pálido se señala el pecho cuando lo dice y repite aquellas sílabas despacio. Con paciencia, en voz baja. Están sentados en la arena y es de noche, una noche como OK no ha visto jamás; la noche que se despliega cuando él es relegado a su cajón y que hasta ahora le estaba vetada. Intenta prestar atención y asiente, como sabe que debe hacer para demostrar que ha entendido. Quizás las palabras no sean su fuerte, pero siempre le ha gustado contemplar los gestos de los Amos y entresacar su significado. Y al parecer Dhûl queda satisfecho: sus labios se estiran levemente, su rostro se amplía. OK sabe que es una recompensa cuando algo bueno ha pasado. Dhûl se ha colocado esa sábana con la que le interceptó en la tienda sobre los hombros. Se trata de un tejido extraño, en nada parecido a las ropas de variopintos colores que siempre ha visto en sus Amos. Es oscura, cambiante en la oscuridad, y parece cerrarse en torno a su silueta y absorberla, de manera que solo la cabeza, al descubierto, queda visible. Como si flotara. Igual que esos cuerpos brillantes que parpadean prendidos en el cielo, y a los que OK no puede dejar de mirar, fascinado. “Estrellas. Te dicen algo, ¿verdad? Aunque no lo sepas aún” El Amo pálido le habla de modo distinto. Un extraño cosquilleo recorre las junturas y engranajes de OK al escucharle. Es una sensación cálida, agradable. Le llena de curiosidad. Querría poder hacer eso de estirar los labios, pero su rostro metálico está fabricado para la eficiencia; no podía malgastarse diseño en gestos fútiles. Así que vuelve a asentir. “Nos vamos de viaje. Vamos al lugar al que perteneces. Pero debemos ser muy rápidos. Ellos nos estarán persiguiendo”. Cada palabra se graba a fuego en la mente de OK. Ellos. Lo ha escuchado más de una vez, y nunca como algo bueno.
3.
Ellos son Amos también. Nuevas piezas que añadir a un puzle que empieza a confundir a OK. Los divisan al día siguiente, mientras caminan incansables por las dunas. OK conoce el sol, lo ha visto más de una vez filtrarse por las telas de las tiendas, en el campamento, pero nunca había pensado que pudiera hacer tanto daño. Nota bullir la energía a través del metal de su piel, la cabeza le da vueltas. En cierto momento, Dhûl le agarra del brazo y le señala el punto en la lejanía, tras de sí: un grupo que se aproxima sobre monturas a gran velocidad. Su vista los enfoca y elabora los cálculos como un acto reflejo. Distancia, terreno. Sabe enseguida que es muy probable que les den alcance, y que no tardarán demasiado en lograrlo. Quizás Dhûl lo intuye también: es la única explicación a la presión de sus dedos sin mediar palabra, al temblor de los nudillos. Avanzan más rápido. Cuando el calor remite y la noche empieza a insinuarse, corren. Pero Ellos tienen piernas más poderosas que les impulsan. Por fin los tienen casi encima, a pocos metros de distancia. Apresurarse ya no sirve de nada. Son Amos vestidos con ropajes ajustados, oscuros, a los que OK no ve el rostro; una suerte de cascarón lo cubre, hecho de un material similar a las protecciones que llevan en sus rodillas y hombros. De algún modo le recuerdan a sí mismo. Ha visto monturas como las suyas en bastantes ocasiones, también: las empleaban sus propios Amos cuando salían a explorar o de cacería. Criaturas cuadrúpedas recubiertas de un largo pelaje, bestias a las que alguna que otra vez ha tenido que arrastrar, muertas, fuera de los límites del campamento, para evitar que envenenasen el ambiente. OK se prepara para huir; sabe que muy pronto comenzará el reinado del miedo a su alrededor. Pero no se espera lo que viene a continuación: antes de que Ellos los rodeen del todo, Dhûl se quita la capa de los hombros y lo envuelve en ella. Lo mira un instante a los ojos. No cruzar la mirada, pasar desapercibido. Esas eran las viejas costumbres, las órdenes incuestionables que se repiten al momento en la cabeza de OK, pero ahora lo hacen de manera débil. Se le antojan vacías de significado, soniquetes incoherentes. “Eres importante. No te olvides de eso. Sigue adelante”. Con presteza, Dhûl lo envuelve por completo en la capa; después se abraza a él, ruedan juntos por una duna y lo entierra en la arena. Como la primera vez, los dedos del Amo buscan el lugar preciso en el cuerpo de OK sin vacilar. Esta vez no aprieta sólo el botón de desactivar, sino que toquetea algo más a toda prisa. La energía se desconecta poco a poco, la dulce inconsciencia acuna su mente.
4.
Todo lo que NOW había aprendido sobra la vida era que consiste en una monotonía deliciosa. Su sistema despierta cada día sin fallo alguno, tan puntual como el saludo del sol en el horizonte. Se pone en pie de un salto, corretea en círculos por la habitación y comprueba que cada una de sus extremidades funcione correctamente. De tanto en tanto tiene que engrasarlas. Por suerte, aún le quedan muchos botes en el cajón de provisiones. Le gusta mirarse al espejo que tiene en su garita y verse relucir, tanto como le gusta sentirse ágil, retorcer las articulaciones y la cadera hasta alcanzar ángulos imposibles, en una especie de calentamiento matutino. Se concede un par de minutos para admirarse y después acude al invernadero. Gira la llave del bidón, toma la manguera y vierte el agua que cada planta necesita, ni más ni menos, en cada una de ellas. Disfruta viendo las gotas rebotar en las hojas, se aprende sus contornos de memoria; ya están en la época en la que los brotes comienzan a despuntar tímidamente en cada maceta. Termina la tarea y se apresura en comenzar la que sin duda más le apasiona: el cuidado del reloj. Asciende la escalera de caracol a toda prisa, saltando los escalones de dos en dos (nunca más, nunca menos), y se adentra gozoso en el babel del mecanismo. Se siente como en casa entre los engranajes, las ruedas dentadas, las palancas y poleas, las correas metálicas que ascienden hasta perderse en la oscuridad del techo. Un émulo de sí mismo, lo sabe bien; un gigantesco organismo que replica aquél que le alimenta, que le comprende y le protege. Él también debe protegerlo, por supuesto. Por eso se esmera cada día en repasar cada centímetro, en barrer la arena, en comprobar que todo siga funcionando y girando como es debido. Una vez concluye la revisión, llega la culminación de su mañana de trabajo. Lo más importante de todo. Tiene que dar la hora. Se asoma al balcón, se cuelga del enorme interruptor que liberará el tañido a los cuatro vientos. Pero hoy, de repente, hay algo distinto. Algo que interrumpe el órdago final. NOW queda paralizado, sus manos a medio camino. Su vista enfoca una estela serpenteante en la arena, acercándose despacio a la torre.
5.
Las cosas resultan mucho más fáciles para OK cuando tiene un objetivo. “Sigue adelante”, le había dicho el Amo pálido, que ya no estaba ahí cuando despertó. Eso puede entenderlo bien, lo de continuar sin mirar atrás. Tiene mucho que ver con sobrevivir. Así que lo hizo. Ha seguido caminando sin descanso, solo, sin reparar ya en el azote inmisericorde del sol, arrastrando tras de sí la capa; dejando la estela de un caracol en la arena a lo largo de incontables kilómetros. Ahora, por fin, algo ha cambiado. Se detiene ante esta nueva aparición en su camino, en medio de la nada. No se parece a ninguna construcción que haya visto hasta entonces y no sabe cómo reaccionar. El armazón semiderruido de la torre, los trazos dibujados en su imponente figura gris, castigada por la intemperie y los años, reavivan en él conexiones, recuerdos. De nuevo le asalta esa calidez extraña. Una urgencia que no sabe bien cómo interpretar. Quizás sea este su destino, el lugar en el que puede descansar de ir hacia delante. Desde luego, le hace falta un reposo; nota débil su circuitería, menos agudos sus sentidos infalibles desde hace un buen rato. No ha pasado un día sin que NOW se haya mirado al espejo cada mañana. Así que reconoce bien al que ahora tiene frente a sí, cuando sale a todo correr de la torre. Sabe que es como él… más o menos. Porque, desde luego, su figura brillante, limpia y pulida, es muy distinta a la de este recién llegado, sucio de herrumbre y arena. Se ve cansado, no es capaz de caminar enhiesto. Advierte que el indicador de batería en su costado está bajo mínimos y entiende lo que significa: que lleva demasiado tiempo encendido. NOW sabe cómo remediarlo. Es una de las muchas enseñanzas inscritas en su mente. Así que se aproxima y hace el ademán de manipular el interruptor, pero OK se echa hacia atrás, reacio. Él nunca ha tenido un espejo a mano, ni le ha interesado demasiado lo que veía reflejado de sí mismo en las bandejas cuando servía la cena. Así que no tiene claro quién es este tipo que se aproxima. Sabe que no es un Amo. No es Dhûl. Tampoco un Ellos. La última barra de energía parpadea un instante, rendida al fin, y se desvanece. Es el momento que NOW aprovecha para acercarse. Sostiene a OK en sus brazos justo antes de que se derrumbe.
6.
Beni - Home 03:07
Después de una existencia al servicio de los Amos, a OK le resulta difícil pensar en un mundo sin ellos. Un mundo en el que pueda decidir qué hacer a cada momento. Para este otro tipo que tanto se parece a él (no ha necesitado más que unas horas para darse cuenta de que comparten la misma piel, el mismo esqueleto, sea lo que sea lo que signifique eso), todo parece resultar mucho más sencillo. Posee una ordenada rutina, igual que la que él tenía y que en el fondo tanto echa de menos. Sabe que no puede compartirla, así que se dedica a vagar por la inmensa torre apurando las horas. Quizás deba encontrar una nueva monotonía con la que otorgar sentido a lo que le rodea. Por el momento, lo que más le agrada es mirar las estrellas cuando cae la noche: en su mente traza las conexiones entre ellas, convierte en un mapa esa inmensidad azul que tanto le serena. Pero el día regresa y debe buscar otras ocupaciones. Explora la torre a veces y acompaña a NOW en su revisión del mecanismo, aunque pronto pierde interés. Sigue notando algo que tira de él, en algún lugar que debe seguir buscando. Las escasas palabras que Dhûl le dirigiera antes de abandonarle se repiten en su mente, se entremezclan en un único mensaje. Todavía debe seguir adelante. Algo es importante. Algo… No sabe bien cuánto tiempo ha pasado, pero por fin encuentra lo que busca. O eso le dice esa sensación de euforia que le asalta al encontrarse frente a una puerta metálica cerrada, cuando decide explorar un pasillo de la torre en el que hasta entonces no se había fijado. Hay una inscripción que no sabe descifrar, y un panel con números y caracteres que de inmediato llama su atención. Así que es esto, advierte al momento. Esto era lo que le llamaba, lo que le impelía a seguir buscando sin descanso. Esto era Lo Importante. Sin vacilar, sin entender bien por qué y al mismo tiempo comprendiéndolo como nunca antes, pulsa una serie de botones. El panel reluce un breve instante y la puerta se abre.
7.
Hay hileras de estanterías a ambos lados de la habitación, de cuyas paredes emana una luz tenue, azulada, similar a la que OK ha visto en el panel antes. Camina despacio por entre mesas metálicas derrumbadas, cascotes, papeles amarillentos y restos que no sabe identificar. Algo llama su atención en el centro de la habitación: un proyector situado sobre un atril. A los pies de éste, varios rollos de cinta, algunos desmadejados, otros casi intactos. No es la primera vez que ve objetos así; sus antiguos Amos también tenían algo similar. Así que sabe bien qué hacer. Toma uno de ellos, lo introduce en el proyector y le da inicio. Se sienta en el suelo con las piernas cruzadas. Ante sus ojos desfilan imágenes de un mundo como nunca antes ha contemplado, como no ha podido siquiera ensoñar hasta entonces. Salas blancas similares a aquella en la que se encuentra, pero pulcras y ordenadas. Nada de suelos ruinosos: las mesas están bien colocadas y hay numeroso instrumental en ellas. Ordenadores, circuitos, brazos mecánicos, impresoras en 3D, maquinarias de ensamblaje… ¿Cómo sabe todo eso? ¿Qué es este torbellino de terminología desconocida que se desata en su cabeza? Es como si alguien estuviera destapando tarros en su cabeza, abriendo cerraduras; como si los tallos que NOW cuida con esmero cada mañana estuvieran despuntando dentro de él. La urgencia que sentía se transforma de pronto en una opresión en el pecho. Necesita gritar, llamar por sus nombres a esos rostros familiares que le miran y sonríen desde la película. Los científicos estrechan manos. Uno recibe un premio, muestra orgulloso en sus brazos a… otro como él. La producción ha empezado. Cadenas de montaje, filas y filas de robots en ella, aún con la mirada inerte y fría. Placas de memoria que se insertan en ellos. Ojos que se iluminan, vivaces. Las megalópolis tienen nombre en su cabeza. No sólo ellas: todas y cada una de sus calles, y los edificios que las pueblan. Los vehículos. Todas y cada una de las personas. Cada mueble, cada tornillo, cada bisagra. Todo tiene un nombre; las palabras se agolpan en su interior, pugnan por escapar, por quebrar sus junturas. Es demasiado. La información. Todo. OK se deja caer al suelo, se rodea con los brazos, se encoge intentando convertirse en una millonésima parte de sí mismo. Escapar de la vorágine. Al mismo tiempo, la película comienza a mostrar imágenes de un incendio. Las llamas feroces consumen los laboratorios, las ciudades. A Ellos. Todo.
8.
A NOW no le gustan las puertas cerradas. Nunca se ha fijado demasiado en ellas. Le gustan los engranajes, con su movimiento embriagador. Sus pequeñas plantas, delicadas, que le necesitan. No se siente demasiado seguro ante la idea de seguir a OK hasta el interior de esa sala desconocida, pero finalmente accede. Nunca ha visto un proyector, y sobre todo nunca ha visto un Amo. Así que no le dicen gran cosa esos rostros ni esos gestos de alegría, satisfacción y promesa que tan bien aprendidos tiene OK y que ensayan a cada momento en la película, mientras todo lo que se narra en ella es felicidad y progreso. Sin embargo, algo se enciende en su mente cuando ve las letras, los signos y símbolos que son un misterio para su compañero. Cuando ve aparecer el enorme cartel coronando un edificio, mientras la cámara asciende, da un respingo y señala con entusiasmo la imagen. El candado se abre, su memoria empieza a desperezarse. Una nueva chispa le mueve a colocarse frente a OK y señalar insistentemente una línea grabada en su costado. Es la misma que tiene él, inscrita tiempo atrás como seña de propiedad, aunque en ambos las palabras se encuentran desvaídas por el tiempo. Borrosas y ennegrecidas, sólo algunas letras alcanzan a distinguirse; aquellas que les han otorgado su nombre hasta el momento. Letras que forman parte de algo mayor que ellos, de un mensaje cuyo sentido se perdió mucho tiempo atrás. Cuando el mundo era mundo y no fuego, arena, pérdida y desolación. “ACCESS TO KNOWLEDGE, INC.”
9.
Ellos han regresado. No es nada que sorprenda a OK: de alguna manera, sabe que quienes se ocultan bajo esas máscaras son Amos. Y sabe bien que los Amos no se detienen fácilmente cuando van en pos de algo… o de alguien. Como NOW y como él. Lleva un día entero visionando las cintas en la sala, sin descanso, y ha aprendido a pensar sobre ambos en ese término. Ha visitado otras habitaciones selladas, ha descubierto mucho más del mundo que fue, de la torre y sus secretos. Sabe que todo eso es Lo Importante, aunque no tiene demasiado claro cómo encaja él en medio de la información. Pero, desde luego, no va a dejar que Ellos destrocen todo lo que ha construido antes siquiera de empezar a vislumbrar su destino. Así que cuando aparecen en sus monturas, irrumpiendo en la torre con las armas de hierro prestas, no lo duda un instante: ha llegado el momento de sobrevivir, una vez más. Pero esta vez, a diferencia de lo que sucedió en el campamento, tiene que pensar en alguien más. NOW tampoco vacila cuando los ve llegar. No necesitan intercambiar más que alguna mirada para compartir los pensamientos. Ellos los localizan nada más entrar, pero no conocen el terreno de la misma manera que los dos robots y tropiezan entre las ruinas, les pierden el rastro al perseguirles por los corredores. Llegado cierto momento, OK sabe que debe despistarles del todo y enfila, con NOW a su lado, hacia la red de pasadizos subterráneos que descubrió y recorrió unas horas antes. Como era de esperar, los Amos les siguen; por lo visto creen haberles acorralado. No se les pasa por la cabeza estar cayendo en un engaño, en un estudiado plan. Y todo sale tal como OK deseaba, puesto que consigue atraerles hasta un pasaje estrecho que desemboca en una enorme sala, una a la que no ha conseguido acceder por el momento. No le interesa ahora mismo, con Ellos pegados a los talones, lo que pueda haber al otro lado… sino el sistema de protección que ha descubierto oculto bajo el suelo. Ese que sabe cómo activar, mediante un código que teclea a toda prisa en el panel junto a la puerta. Es una de tantas órdenes que ha despertado en su memoria. Ellos están ya casi encima, los brazos se extienden ávidos para atraparles. En el momento en que OK acciona la secuencia, una potente explosión se desata bajo sus pies.
10.
Cuando la nube de polvo se disipa, OK y NOW empiezan a erguirse, despacio. Aun en la oscuridad que se ha cernido sobre el pasaje, distinguen las piernas y los brazos de Ellos sobresaliendo de los cascotes que ha dejado el techo derruido. Mala suerte: se han librado de sus perseguidores, pero ha quedado a bloqueada la posibilidad de volver por donde han venido. No lo habían calculado. Todavía tienen mucho que aprender, se dice OK. Lo único que les queda, por tanto, es seguir yendo hacia delante. La puerta es parecida a las que ha encontrado bloqueando las salas superiores: recia, metálica, con el símbolo de ACCESS TO KNOWLEDGE, INC. inscrito en relieve en su centro. NOW se acerca, deseoso de ayudar, y comienza a introducir en el panel las secuencias de apertura que su memoria le dicta. Sin embargo, esta vez ninguna parece funcionar; la puerta permanece inmóvil, impertérrita ante sus esfuerzos. Lo intenta durante un buen rato, obstinado. Hasta que OK repara en algo más. Detiene su mano y lo señala. En el otro lado de la puerta también hay un panel, aunque ligeramente distinto. No hay teclas en él, sino tres huecos en el que caben con precisión los tres dedos de su mano. Se lo indica a su compañero y este comprende enseguida: es un trabajo en equipo. OK inserta los dedos, NOW se apresura a marcar la secuencia de apertura que tan bien conocen… y ahora, por fin, tiene éxito. Como antes, como tantas otras veces, la puerta cede y saluda con un brillo breve antes de separar sus hojas.
11.
La sala a la que acceden en esta ocasión es más amplia de lo que están acostumbrados. Parece bastante mejor conservada que las anteriores, y también emana de sus paredes un resplandor azulado. Nada de estanterías esta vez: les rodean consolas plagadas de teclas, palancas y pantallas que les contemplan desde el vacío de su mirada, silenciosas desde hace décadas. Pero OK y NOW no se aproximan a ellas. Les llama poderosamente la atención lo que ocupa el centro de la estancia: una especie de mesa baja, redonda, en cuya superficie advierten un resplandor diferente, el brillo de decenas de parpadeos a la vez sin un orden predefinido. Se ven atraídos de modo inevitable, irrefrenable. En la mesa, una pantalla de cristal les muestra un mapa. No han visto nunca nada similar, pero los dos reciben el mismo estallido de información al unísono, el mismo recuerdo. Los parpadeos son puntos esparcidos aquí y allá, algunos más débiles que otros; el que se muestra más intenso es, sin duda, el que marca su posición. NOW alza una mano, cauteloso, y lo toca. Al instante se ensancha y revela una imagen holográfica con una miríada de números y datos, así como las rutas hacia el resto de localizaciones. Y una frase se eleva sobre la pantalla, en letras vacilantes y etéreas. “Iniciar contacto con el resto de bases”. Dos opciones. La confirmación o la negación. Una línea que cruzar… y un mundo, quizás, al que regresar.
12.
Ha llevado un tiempo enterrar a los muertos. No es tarea fácil, desde luego, en medio de las dunas. La mejor opción y la más habitual es llevarlos lejos, cerca de la Madre Vigilante, y buscar un lugar a sus pies que permita cavar una fosa suficientemente grande para que quepan todos los cuerpos. Es una cuestión de pudor, más que nada; un remanente del respeto por la vida que tanto sentido tenía cuando la civilización lo ordenaba todo. En realidad, una vez se alcanza la ladera de Madre Vigilante no todo el mundo tiene la entereza o el ánimo para dedicarse a la ingrata tarea. Al final, la mayoría opta por buscar una roca o un saliente que pueda servir de improvisado altar y quema los cadáveres. Otros ni siquiera se detienen en eso, desganados y desalentados por la caminata: prefieren dejarlos postrados, como alimento para las aves. Alguna que otra historia de los tiempos antiguos habla de esta costumbre como un ritual que servía para honrar a los linajes nobles. Una locura, en nada distinta a otras tantas de las que consumían a los hombres de las ciudades. Ahora que han terminado de limpiar el campamento y no queda ninguno de sus antiguos dueños, es el momento de reclamarlo. Los Sajadores necesitaban una base como esta desde hacía mucho tiempo. Demasiado. Se reúnen en corro, dispuestos a hacer el recuento de provisiones y recursos, pero en ese momento algo llama su atención en la lejanía y les hace ponerse en guardia. Las manos vuelan a los cinturones, las hojas tintinean al soltarse en la vaina. La columna de luz azul se eleva en el horizonte, en un punto que ninguno de ellos, ni siquiera los exploradores, es capaz de identificar; más allá de las nubes de arena y de los montículos que se repiten uno detrás de otro, quebrando el hastío del paisaje. Simplemente asciende, sin más, y se funde con el cielo, parpadeando a intervalos. Su presencia no se desvanece hasta pasadas varias horas, cuando las primeras estrellas comienzan a asomar. Y es entonces cuando surge la siguiente. Más lejos aún. Otro haz de luz similar, que les cuesta vislumbrar aun con aquella prodigiosa vista habituada a la distancia. Los Sajadores fruncen el ceño, aferran con fuerza los pomos de sus espadas hasta palidecer los nudillos. No es una amenaza, pero quizás sea algo todavía más peligroso. Es una llamada.

about

Familiar Game Jam is a 48h game-making marathon that happens twice a year!

Familiar Game Jam Compilation is born from the collective of musicians that usually write music for the games made in Familiar Game Jam. We're part of an ever-growing videogame creators community, where everythings is about sharing, learning and friendship!

The pieces in this album were created thinking about different concepts that shape a story, written by Mariela González. Our mission was to provide a musical background for an imaginary sci-fi videogame. It was kind of abstract, as we didn't have a clear idea about characters, main plots or ambience... but this kind of challenge is really fun!

Downloadable version includes original story (in Spanish) by Mariela González and a selection of photographies by Fernando Brea.

Familiar Game Jam 6 is coming on 1-3 April 2016. Join us!

credits

released March 31, 2016

Production and concept by Sergio de Prado & Mariela González.

Music by Sergio de Prado, Fran Romguer, Carlos Viola, Carlos Vallejo, Daniel Parejo, Chechu, Paltian, Beni Bermúdez, Fingerspit.

Story by Mariela González.

Cello in 2nd track performed by José María Cuadra Pérez
2nd track mixed by Ricardo Ocaña Rosa

Artwork by Nando "Sincopado" Brea
Logo by Carlos "Ozma" Díaz

familiargamejam.com

license

tags

about

Familiar Game Jam Spain

contact / help

Contact Familiar Game Jam

Streaming and
Download help

Report this album or account

If you like Familiar Game Jam Compilation 2016, you may also like: